A FAVOR DE UNA FISCALÍA EUROPEA

Ayer tuvimos un debate sobre la creación de la Fiscalía Europea. En el pleno se reflejó la distancia que hay aún entre lo que necesitamos, una Europa verdaderamente federal y lo que tenemos, un grupo de estados que se niegan a asumir que con cabildeos y camaradería más bien opaca no vamos a conseguir resolver los problemas que amenazan con convertirnos en una especie de vieja gloria en el concierto universal. Éramos ejemplo de prosperidad y desarrollo, de cohesión. Tenemos un modelo social que aún es ejemplar si se compara con la selva que reina en otras regiones del planeta. Y cada vez que intentamos avanzar en esa unión federal que puede fortalecer estas señas de identidad tiembla la tierra. Porque los estados creen que la pérdida de soberanía que implica este movimiento les debilita. Parecen no asumir que precisamente la unión es la mejor respuesta a su inseguridad.

Esta reacción es siempre tangible pero es particularmente virulenta cuando entramos en los temas integrados en lo que aquí se llama tercer pilar, libertad, justicia, seguridad interior y ese tipo de asuntos. No se dan cuenta de que las amenazas que enfrentamos son también de carácter global y que conceptos como el de “seguridad nacional” han cambiado. Encima puede que se mezclen otras cuestiones, como la posibilidad de que un pacto entre “iguales” sirva para que determinados trapos sucios puedan lavarse en casa. Por eso ayer se oyeron tantas y tan preocupadas voces contra la creación de una fiscalía europea.

La idea está en el tratado de Lisboa y responde a la necesidad de que haya un órgano capaz de impulsar las investigaciones contra los fraudes que afectan a los intereses de las instituciones europeas. El devenir de los acontecimientos aconseja además, como pone en el plan de ALDE contra el terrorismo internacional, que haya este mismo impulso para investigaciones de delincuencia terrorista organizada de carácter transfronterizo y transnacional.

Por eso ayer expresé nuestro apoyo a la creación de esta fiscalía europea porque va a ayudar a perseguir mejor, con más independencia y eficacia delitos de corrupción que perjudican a la UE. Propongo y apoyaré que se incorpore a sus funciones la persecución de delitos transfronterizos cometidos por el terrorismo internacional. Apuesto por la estructura colegiada propuesta por la Comisión si de verdad queremos independencia. Creo que incentivará la coordinación policial evitando vetos incomprensibles en investigaciones policiales e intercambio de datos. Como habéis podido leer aquí algunos vetos aún perjudican la seguridad de que disfrutan algunos ciudadanos de la unión exclusivamente por el sectarismo y los anticuados conceptos que manejan algunos sobre estos temas.

Espero así que no se produzcan, a nivel europeo, bochornosos espectáculos como los vividos por ejemplo en España y se ofrezca así un contraste que ayude a mejorar. Aquí ya hemos visto que la proximidad del acusado al partido del gobierno genera escandalosos tratos de favor y propicia hasta que puedan llegar a borrarse, en plena instrucción judicial,  los ordenadores dónde los tesoreros del partido popular guardaban presuntamente toda su “contabilidad “B”. Aquí cuando el aciusado es de “los otros” el ministro de turno demostrando la concepción nuevamente antigua y sectaria que tiene del poder que ostenta sale con toda la artillería para tratar de deshacer al adversario político. Eso hizo Cristobal Montoro cuando ocurrió el caso Pujol. Ahora, cuando Rodrigo rato, el maestrísimo, se enfrenta al espejo de sus trapacerías, el ministro jienense se esconde. Mientras en ese mismo país hay personas perfectamente honradas que se enteran de que están imputadas o incluso que han sido condenadas, por los periódicos.

Casi mejor que si, que haya un poco de control exterior para que no sea tan fácil ni salga tan barato el abuso de poder que sufrimos todos los que somos heterodoxos o ajenos al pensamiento único con que algunos conciben no solo el poder sino la democracia.

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