MAS TRANSPARENCIA Y TRAZABILIDAD EN EL MERCADO DEBEN NEUTRALIZAR LAS CAMPAÑAS CONTRA LA PESCA EUROPEA
El parlamento europeo ha dedicado la mañana de este jueves, la última jornada del pleno que mensualmente celebra esta institución en Estrasburgo a debatir sobre tres informes relacionados con el sector pesquero. En ellos se pasaba revista y proponían mejoras para la Política pesquera Común, el reglamento que regula la organización común del mercado de los productos de la acuicultura y la pesca, del que Izaskun Bilbao Barandica es ponente, sobre el Plan de acción de la UE: proteger y restaurar los ecosistemas marinos en pro de una pesca sostenible y resiliente y sobre el papel de la Unión europea para prevenir las repercusiones de la pesca ilegal en la seguridad alimentaria.
Tan amplia agenda ha permitido repasar el resultado de la aplicación de la legislación comunitaria sobre el sector en los últimos diez años y constatar que los argumentos con que determinadas organizaciones atacan al sector pesquero europeo pese a operar con las prácticas más sostenibles del mundo siguen teniendo predicamento en algunos escaños de la extrema izquierda mientras que para la extrema derecha todo el esfuerzo realizado por el sector y las instituciones comunitarias para avanzar hacia la sostenibilidad económica, ambiental y social de la actividad pesquera se presentan como innecesarias cortapisas a la libre actividad extractiva y comercial. En el centro una amplia mayoría de la cámara ha respaldado las mejoras y avances que gracias a la digitalización añaden fiabilidad y contenidos a la información que recibe el consumidor de pescado. Esta mejora facilita elegir y comprar las producciones más sostenibles y respalda a quienes las practican.
Yo he sido la ponente del informe sobre la OCM y he intervenido también en el debate sobre la PPC. Todos estos informes deben servir a un objetivo muy concreto. El sector pesquero europeo vive hace años una campaña de desprestigio que, he denunciado aquí muchas veces y que no se compadece ni con sus esfuerzos para redimensionarse, ni con las innovaciones con que mejora sus técnicas de trabajo, ni con los datos que certifican que es un ejemplo de sostenibilidad. Tampoco con la evidencia de que gracias a nuestros acuerdos con países terceros contribuye a difundir estos valores en los mares de todo el mundo.
Nada casualmente muchas de estas campañas, patrocinadas por organizaciones que pueden y deben mejorar mucho en términos de transparencia, porque sabemos poco sobre quienes las impulsan y financian, animan normativas cada vez más restrictivas que, en muchas ocasiones son incumplibles, aunque quedan muy bien en fotos y titulares. Tal es el caso de la obligación de desembarques a la que me referiré más tarde. En definitiva, dificultan la operación de un sector que opera bajo las normas de control más estrictas del mundo y propician que hoy, cerca del 70% del pescado que consumimos en la Unión proceda de importaciones. Aunque estamos mejorando mucho en cuando a la trazabilidad de lo que adquirimos en otras partes del mundo este discurso beneficia paradójicamente a flotas pesqueras que están a años luz detrás de las nuestras en materia de respeto al medio y prácticas sostenibles
Por eso seguiré denunciando las campañas que padece el sector, que olvidan los esfuerzos realizados para reducir su capacidad, innovar técnicas y fijar cuotas sobre la base del estado de los stocks pesqueros. Creo que la evolución del reglamento de la OCM de la pesca y acuicultura que ha respaldado esta mañana la euro cámara con el apoyo de 415 de sus miembros es también una herramienta de primer orden para enfrentar con más transparencia, datos, control y profesionalidad las maledicencias que insultan a los miles de profesionales que se juegan la vida en el mar para aportar componentes de alta calidad a la dieta de la Unión. Estas mejoras, más datos, más información, nuevas certificaciones, refuerzan el contrato de confianza que los pescadores tienen con los consumidores. Por ello he animado una vez más a las instituciones comunitarias a alinearse con un sector que afrontó en primera fila y antes que muchos otros el desafío de la triple sostenibilidad, económica, social y ambiental. Y que no puede seguir aceptando ni campañas que ignoren esta trayectoria ni medidas que necesitan mucho más soporte argumental que un eslogan populista.
El informe que he coordinado, que insiste en contemplar la espacial situación de las regiones ultraperiféricas, analiza diez años de funcionamiento del reglamento sobre la OCM y apunta algunas posibles modificaciones. Me alegro de que la euro cámara haya apoyado la propuesta para reconocer las cofradías de pescadores como organizaciones de consumidores y financiarlas mejor. También he defendido una aplicación homogénea de estas normas en todos los estados miembros para evitar distorsiones en el mercado. Finalmente creo que los datos recogidos por el observatorio europeo de productos de la pesca (EUMOFA) deben servir también para arbitrar medidas de intervención en el mercado ante crisis puntuales e imprevisibles como la que desató la pandemia. Entre las que el informe reconoce figura la oportunidad de incluir el almacenamiento de pescado.
Estas reformas unidas a las previsiones del reglamento de control, deben impulsar mejoras en el etiquetado que trasladen fielmente a los consumidores más información avalada por más garantías de fiabilidad. Las nuevas etiquetas deben impedir la intrusión de transformados vegetales o de otra procedencia en el mercado de productos del mar. El pescado no se cultiva en tierra firme. El sector pesquero exige poner coto a ofertas que, enmascaradas con presentaciones engañosas, tratan de atribuirse cualidades dietéticas, organolépticas y de sostenibilidad de las que carecen. Condiciones que solo aportan a la dieta los productos del mar.
En cuanto a las propuestas relativas a la política pesquera común aplaudo que el informe reconozca su aportación a la sostenibilidad del sector y el combate contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada. Pero además apoyo cada medida que anime a trabajar con más sensibilidad y dialogo con el sector para corregir errores como el de los desembarcos. Coincidimos con el sector en que hay que revisar aspectos incumplibles de la actual PPC, como la obligación de desembarques. El papel lo aguanta todo, la realidad no. Un comisario de pesca y solo de pesca, dedicado recordémoslo a gestionar junto con la Política Agracia común las dos políticas europeas más veteranas, podría corregir estos errores acercando más las instituciones comunitarias al sector, integrar el mar, rotundamente, en la estrategia De la Granja a la Mesa.
Finalmente espero que la próxima revisión de la PPC asuma la diversidad del sector, la integre en la definición de pesca artesanal y permita la renovación de su flota, aspectos clave para la des carbonización, para mejorar la seguridad y condiciones de los trabajadores del sector y para hacerlo más atractivo y propiciar la renovación generacional.
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