DIALOGO, DEPURACIÓN DE RESPONSABILIDADES Y MAS DEMOCRACIA, CLAVES PARA SUPERAR LA CRISIS DE PERÚ

Esta tarde en mi condición de vice presidenta de la delegación para las relaciones con la comunidad andina he intervenido esta tarde en un debate sobre la situación de Perú. El país vivió una crisis institucional tras el “auto golpe” que costó el cargo al anterior presidente Pedro Castillo y las protestas con que parte de la ciudadanía reaccionó ante un episodio frente al que la Unión Europea apostó por la salida constitucional que puso en la presidencia del gobierno a la vicepresidenta del presidente destituido, Dina Boluarte. En estos incidentes perdieron la vida en distintos episodios violentos cerca de cincuenta personas y más de 1.300 resultaron heridas.

 En mi intervención he apostado por el dialogo la depuración de responsabilidades tras los incidentes y por más democracia para superar la crisis. Las instituciones deben fortalecer su legitimidad con transparencia, hay que des-escalar la situación, reconocer el valor de la diversidad y entablar un diálogo sincero y abierto para que el crecimiento y progreso que mantiene la economía peruana construya una sociedad más justa y cohesionada.

Siguiendo la receta por la que apuesta el Servicio Exterior de la Unión he subrayado que el país necesita estabilidad para afianzar la democracia, la justicia social y el progreso económico que lo sitúa entre los países más sólidos de la zona. La salida constitucional que se ofreció a la crisis del gobierno de Castillo debe fortalecerse con el diálogo y asentarse en la legitimidad que proporciona la transparencia.

La apuesta es responder desde esos valores a los disturbios que se saldaron con la muerte de cerca de cincuenta personas por el uso desproporcionado de la fuerza. Eso contribuirá a des-escalar el conflicto en las calles. Algunas medidas como la remoción de ocho generales de la Policía Nacional, la constitución de un equipo especial de fiscales para investigar estos hechos con personal quechua parlante o la creación de una comisión para atender a las víctimas son pasos en la buena dirección. Para persistir en esa línea las instituciones nacionales deben investigar de manera imparcial y llevar ante la justicia a todos los responsables de abusos o violaciones de los derechos humanos. Así crecerá la legitimidad de las instituciones actualmente constituidas que albergan las conversaciones que deben conducir a unas futuras elecciones.

En ese camino la justicia social, la garantía de derechos básicos como la libertad de expresión y manifestación o la erradicación de cualquier discriminación, como la que sienten las comunidades indígenas, son parte de la receta. Un trabajo de fondo que obliga proscribir la violencia y el uso excesivo de la fuerza, incluida la fuerza letal. Que exige reconocer el valor de la diversidad y entablar un diálogo sincero y abierto para que el crecimiento y progreso que mantiene la economía peruana construya una sociedad más justa y cohesionada.

 

 

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