EL PORTICO DE LA LUZ

Euskadi es realmente un país intenso, motivador y sorprendente. No hay sector que no se esfuerce por hacer algo más que lo ordinario, por superarse, por aplicar a lo que hace lo mejor de lo que es capaz. Nunca hemos sido una potencia turística, pero el desarrollo que va adquiriendo esa industria empieza a dar sus frutos. Porque, como siempre, hemos aplicado a lo básico, esa forma de superarnos. Y los resultados son impresionantes.

 

Ya recordaréis que el pasado mes de octubre organizamos en Bruselas un seminario sobre turismo. Las tres experiencias prácticas de innovación aplicada al sector eran vascas lo que ya quiere decir algo. Desde entonces hemos ido devolviendo la visita y ayer nos recibió en la Catedral de Santa María de Vitoria Gasteiz el director de la fundación homónima Juan Ignacio Lasagabaster. Aquí os cuenta las últimas novedades del proyecto.

 

 

«Abierto por obras» ha puesto una pica en Flandes en el arte de enseñar el patrimonio histórico artístico y ha creado escuela en otros lugares del mundo. En Vitoria a un grupo de precursores se les ocurrió convertir una operación de restauración de una catedral moribunda en una oportunidad para investigar, conocer y difundir la historia y el contexto en que nació, se desarrolló y se fue transformando una de las cuatro torres que marcan el perfil de Vitoria-Gasteiz hasta cuando la sobrevuelas. El resultado es un éxito merecido. Por eso os recomiendo a todos los que os asomáis por aquí que visitéis la catedral de Santa María de Vitoria. Aquí podéis informaos y arreglar las cuestiones logísticas.  Quiénes no la conozcáis, animaos. Os vais a sorprender.

 

Lo que han hecho en este edificio Juan Ignacio y el equipo humano que le acompaña me recuerda, al meticuloso thriler tecnológico que nos plantea cada episodio de CSI. Porque a base de excavar, cepillar, desenterrar, medir, remover, cimentar, limpiar, etc están curando el enfermo y han ido reconstruyendo la vida que rodeó el edificio y fue fecundando la vieja colina sobre la que se asentó en sus inicios Vitoria-Gasteiz. Hoy desde allí arriba se distinguen, las huellas de la edad de la ciudad en el trazado de la coqueta almendra medieval de Vitoria, en los sucesivos ensanches que nos cuentan su trayectoria neoclásica, ordenada, meticulosa y los descosidos urbanísticos que le produjo el desarrollo industrial. Y en el centro de todo, ayudándonos a interpretar la ciudad, ayer tan gélida como luminosa, la catedral abierta por obras y su proceso de sanación. Sus paredes monitorizadas, los pilares didácticos, las grietas, la increíble curvatura de algunos muros, que dibuja el sistema de fuerzas que lo mantiene todo en pie. Historia y tecnología. Razón y emociones. Mucho más que un guía recitando una lección mortecina y monótona.

 

Así se ha roto un estereotipo. Junto a esta catedral nadie puede decir que es un «testigo mudo de la historia de la ciudad». Porque aquí las piedras son locuaces y cada día cuentan algo nuevo. Sin gritar. Con la serenidad que cuadra con esa edad. Pero la actividad no se detiene. Es una metáfora de lo que ocurre en la ciudad que la rodea. Este verano se va a poner en marcha otra gran atracción de este proyecto: el ascensor que permitirá visitar la torre de la catedral, el punto aún hoy en día, más elevado de la ciudad. Juan Ignacio os explica y desde esa espectacular atalaya el qué y el cuándo de esta iniciativa. Las imágenes que acompañan su explicación son una primicia de lo que vamos a poder ver en los próximos meses.

 

 

 

Hubo inspiración cuando se concibió este proyecto, pero además se le aplicó método y trabajo y el fruto de esa forma de hacer es una dinámica que sigue ofreciendo productos únicos a nivel mundial. El pórtico de la catedral de Santa María acoge otra de estas primicias. Un equipo técnico de excepción, basque innovation en estado puro, ha puesto en marcha un dispositivo digital a base de haces de luces de color que permite devolver a la capilla funeraria que ocupa la cabecera del pórtico el aspecto polícromo que tuvo en los siglos XV, XVII y XIX. Nos cuenta además una historia sorprendente: cómo, porqué y para qué se pintaban las iglesias en la edad media. Tras asistir a esta demostración tecnológica, gracias a la cual renacen ante nosotros los frescos originales con una precisión y una viveza sorprendentes, hemos aprendido que lejos de la oscuridad y tristeza que atribuimos a los interiores de los edificios sacros, al margen de los retablos y las piezas decorativas más conocidas, las paredes también se sumaban a la misión de significar, de transmitir que tenían estos edificios. El que pasa por allí asocia para siempre un segundo recuerdo junto a la palabra «Paternina». Por algo es. Preguntad por el «pórtico de la luz» y dedicadle 20 minutos. Es la guinda de un pastel que merece la pena. Lo hemos degustado, además el mismo día en que Vitoria-Gasteiz ha estrenado su logotipo europeo como green capital. Zorionak

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Comentarios (2)

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  1. Gasteiztarra dice:

    Para no ser de Vitoria le has puesto bastante cariño al texto. Parece que de verdad te ha impresionado la visita. No es muy frecuente que, desde otras zonas del País Vasco, se haga este reconocimiento de las cosas bien hechas y bonitas que tenemos en la capital, así que !muchas gracias¡ Solo me queda desear que esta crónica anime a algún vizcaíno a pasarse por aquí y de paso dejar algunos euros en Vitoria

  2. Txol dice:

    Izaskun otra diana mas y esta no es de apunteria… tienes estilo y sabes vender te ha quedado muy chulo, pero a ti ya te sale algo mal ??????????
    y no me digas que el guisau jajajajjajaja
    Musus neska

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