«VACUNA DIGITAL” Y CONTENIDOS CONTRASTADOS FRENTE AL ODIO QUE INUNDA LAS REDES SOCIALES
El Parlamento europeo ha celebrado hoy un debate sobre el funcionamiento de las plataformas digitales y la responsabilidad de sus gestores en la difusión creciente de contenidos falsos y especialmente mensajes de odio que promocionan con los algoritmos que gobiernan los tráficos de información y datos. El tema ya se trató de manera parcial en el debate sobre la injerencia extranjera en los procesos políticos que se celebró el verano pasado del que salió una resolución referente en la materia. También es un aspecto horizontal en la nueva ley europea de servicios digitales que entrará en vigor el próximo 17 de febrero.
En estas dos últimas semanas he tenido un contacto bastante intenso con distintos medios de comunicación que, por aquello de que no volveré a ser candidata han tenido interés en hacer un balance de mis quince años en las instituciones europeas. Las conversaciones que he mantenido antes o después de lo que han sido propiamente las entrevistas, me han ayudado mucho a centrar lo que hoy quería decir aquí. Porque estas nuevas reglas del juego están devaluando de manera radical los contenidos de más calidad, más contrastados. Y promocionan auténticas basuras que priorizan cualquier mensaje negativo, cualquier exageración.
Así se olvida la realidad. Así se obvia que, con sus defectos, el sistema que tenemos ha convertido la Unión Europea en referencia mundial de paz, justicia social y democracia. Y lo que es peor propicia que cualquier información que no siga este mainstream tenga las mismas posibilidades de captar el interés general que una disertación sobre la genética del caracol.
Esta situación condiciona hoy el contenido y el tono de muchos medios de comunicación que se ven en el terrible dilema de profundizar en tácticas como esos titulares casposos para captar la atención y conseguir que alguien pinche en ese contenido, acción que se monetiza en el acto. Porque lamentablemente creaciones de más calidad, que superen las 20 líneas tienen muy pocas oportunidades de generar el mismo proceso. Si no insultas a nadie, si ofreces una visión matizada de las cosas con sus blancos y negros, en su gris, tienes muy poco que hacer.
Por eso he propuesto hoy en este debate una suerte de “vacuna digital” que inmunice a los usuarios de las redes sociales contra los mensajes de odio y la polarización que promueven hoy algoritmos opacos en las redes sociales. La nueva ley europea de servicios digitales que entra en vigor en diez días incorpora ingredientes como la ciber-educación, la creación y promoción algorítmica de contenidos contrastados y la lucha contra las adicciones digitales, que deben ser la base de ese recurso inmunizador. Un remedio que debe ayudarnos a reflotar y prestigiar el periodismo, la profesión que más sufre con estas reglas del juego.
Partimos de una especie de inocultable pecado original. Las grandes plataformas digitales venden audiencias agrupadas a las que dirigir con la máxima eficacia los mensajes publicitarios de sus clientes. Para agruparlas necesitan nuestros datos personales. Por eso diseñan algoritmos que potencian los mensajes extremos, la polarización y la desinhibición. Esos mensajes tienen dos ventajas. La primera, fomentan los tráficos. La segunda, lo cuentan todo sobre cada usuario.
El primer objetivo de estas plataformas, en consecuencia, es obtener la mayor cantidad y profundidad de datos personales, crear perfiles de consumo y ofrecérselos a los fabricantes y suministradores de bienes y servicios perfectamente ordenados. Así cada mensaje tiene muchas más posibilidades de llegar al destinatario adecuado que cualquier otro canal de publicidad convencional conocido hasta hoy. Pero en ese terreno pantanoso, en los mega tráficos basados en estas mentiras, en esos mensajes extremos que llaman la atención, nacen, además de jugosos dividendos, las corrientes de fondo que desprestigian nuestro modelo de vida y convivencia, nuestra democracia y las políticas que nos mantienen como referente de paz, justicia social y progreso en el mundo.
El problema está, en consecuencia, en la base, en el modelo de negocio. Por eso esas plataformas no firman códigos de buenas prácticas y van desmantelando o congelan el desarrollo de los mecanismos con los que deberían controlar la difusión entre sus usuarios de los mensajes de odio, la quintaesencia de la polarización”.
Los contenidos del nuevo reglamento de servicios digitales que entrará en vigor el próximo 17 de febrero tienen que proporcionarnos una vacuna digital contra este estado de cosas. Entre los ingredientes que deben conformar ese remedio que nos inmunice contra la manipulación es prioritaria una apuesta tecnológica para desenmascarar y combatir, en igualdad de armas, la siniestra programación que favorece esos tráficos; Una ciber educación que denuncie este juego, generar anticuerpos contra la mentira y trabajar contra las adicciones digitales. Apostemos también por la promoción de contenidos digitales contrastados, capaces de competir con la glorificación algorítmica del disparate. Que nos ayuden a reflotar y prestigiar el periodismo, la profesión que más sufre con estas reglas del juego.
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