CESTA DE LA COMPRA: PROTECCION PARA LOS MÁS VULNERABLES Y MÁS TRANSPARENCIA EN LA CADENA DE VALOR ALIMENTARIA.
El Parlamento europeo ha afrontado esta tarde un debate sobre la inflación de la cesta de la compra y sus efectos en los consumidores, en un momento en el que los sectores productores expresan su malestar en toda la Unión. Los agricultores, ganaderos y pescadores consideran que se encuentran en el eslabón más débil de la cadena de valor y sostienen que en esta coyuntura son los que más renta pierden entre los subsectores que conforman el sector agroalimentario.
Los agujeros que esta escalada ha realizado en las economías domésticas son tremendos. Hoy leía unas estadísticas que indican que ya cerca de una de cada diez familias no pueden comer nunca carne o pescado. Y lo mismo ocurre con los alimentos frescos. El impacto de este proceso de inflación en el riesgo de pobreza también ha incrementado el porcentaje de familias y personas que ven comprometida una existencia mínimamente digna.
En este contexto y en plena explosión de la protesta de los agricultores que pese a esta escalada han visto retroceder sus rentas y sus márgenes de explotación, creo que para empezar tenemos que poner el acento en las personas que más sufren la situación. Por eso en este debate he defendido un esquema europeo que ordene un sistema de ayudas progresivas para proteger a los consumidores más vulnerables frente a la inflación que afecta a la “cesta de la compra” en toda la Unión.
Además, he defendido que añadir trasparencia al funcionamiento de la cadena de valor del sector agroalimentario es la base para una distribución más justa de la renta entre sus componentes y la principal herramienta para controlar una escalada incontrolada de los precios. Agotar las posibilidades de iniciativas como la de la Ley de la Cadena alimentaria y acercar los programas de la PAC y la PPC a la diversidad del sector primario europeo son otras medidas imprescindibles para frenar esta escalada.
Desde luego este problema ha tenido un enorme impacto que la inflación de los precios de los alimentos ha tenido sobre la cesta de la compra en toda la Unión y ha afectado especialmente a las economías domésticas. Como en el caso de la energía, este fenómeno en el corto plazo está vinculado a factores externos, como la invasión de Ucrania que afectan a toda la cadena de valor del sector agroalimentario. Pero además hay factores internos que nos obligan a aportar transparencia al proceso mediante el cada subsector ajusta su renta a estas circunstancias. Esta medida ayudará a asignar márgenes más justos para todos y debe ser una herramienta básica para contener la inflación. También revisar algunos de nuestros hábitos de consumo y controlar mejor las importaciones que comprometen la competencia equitativa con los productores locales.
Hoy está claro cuál es el eslabón más débil de la cadena alimentaria. Son los productores. Hablamos de agricultura y ganadería, pero yo insisto siempre en añadir la pesca, porque todo el sector primario afronta problemas muy similares. Por eso para empezar hay que explorar todas las posibilidades que ofrecen iniciativas como la ley de la cadena alimentaria para fomentar la comentada transparencia.
Pero para mejorar la posición de agricultores, ganaderos y pescadores en la cadena de valor agroalimentaria otro factor fundamental es operar recordando que el lema europeo unidos en la diversidad es un eslogan que vale también para la PAC y la PPC y debe aplicarse para mejorar, simplificar y acercar a los beneficiarios la gestión y el reparto de los recursos. Hay que insistir en esquemas regionalizados que impulsen la rentabilidad económica, social y ambiental de las explotaciones y pesquerías con programas adaptados a realidades mucho más diversas que las que expresan hoy muchos planes nacionales.
Category: Blog