EN EL CAMINO HACIA LA IGUALDAD ESTANCARSE ES RETROCEDER
El Parlamento Europeo ha acogido esta mañana un debate en torno a la declaración presentada por consejo y comisión sobre la violencia contra las mujeres. El principal instrumento internacional para prevenir y combatir esta lacra es el Convenio de Estambul. Aunque la Unión en su conjunto lo ha suscrito aún hay seis estados miembros, Bulgaria, Chequia, Hungría, Letonia, Lituania y Eslovaquia que aún no lo han suscrito. Este hecho penaliza el avance de las políticas de prevención e imposibilita una de las claves para diseñar y aplicar cualquier política: la recogida homogénea de datos. Algunas investigaciones independientes llevan años tratando de superar esta carencia.
Sobre estas bases estadísticas he recordado que el terrorismo doméstico mata cada año a miles de mujeres apoyándose en la discriminación, en prejuicios grabados a fuego en muchos subconscientes. Por eso todas y todos tenemos una primera e inaplazable responsabilidad: identificar y combatir la desigualdad. Aprender y enseñar a erradicarla en la vida cotidiana. Asumir que la igualdad es una pieza básica para la calidad de nuestro estado de derecho y obrar en consecuencia.
Yo creo que hoy que ningún estado miembro de la Unión Europea pueda dar la espalda al convenio de Estambul sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica. En un momento en el que todavía es difícil certificar este dato por las diferencias legales en el tratamiento de este fenómeno hay que centrarse en desterrar los estereotipos que alimentan la desigualdad.
Estas son algunas de las tareas pendientes: Para empezar y en un momento en el que se han disparado todas las alarmas en Euskadi por la existencia de cuentas de whats app que difunden contenidos pornográficos y violentos entre usuarios preadolescentes hay que combatir el consumo precoz de pornografía. Las crudas imágenes que llegan a nuestros adolescentes les inclinan a pensar que ese tipo de prácticas son la norma. Y el discurso cae en campo fértil, porque hay quienes siguen empeñados en impedir que se hable de estos temas en las escuelas. Es evidente que el primer escalón se sube en casa, en familia. Pero también está claro que en la escuela e produce la segunda socialización, se arman las cuadrillas de amigas y amigos y se acaban encontrando estos “productos”. Todo el campo que deja libre la oposición hipócrita y mojigata, a la educación sexual en las escuelas, lo aprovecha la pornografía.
Además, he animado a combatir el abuso de poder y la dominación y los prejuicios que impulsan a los asesinos de mujeres. También a apoyar la formación de policías, jueces, unidades de atención a las víctimas, sobre violencia de género y a sumarse a las manifestaciones de condena de los crímenes machistas. Esas que los ultraderechistas que clamaban ayer aquí se supone que defendiendo el estado de derecho boicotean y ridiculizan. Tenemos que alzar la voz contra leyes que recortan los derechos de las mujeres, que atentan contra nuestra salud sexual y reproductiva. En el camino hacia la igualdad detenerse es retroceder. En la Europa de los valores ningún estado miembro puede dar la espalda al convenio de Estambul.
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