TRANSICION ENERGÉTICA. EL PAPEL LO AGUANTA TODO. LA REALIDAD, NO.

El Parlamento Europeo ha apoyado esta mañana el acto delegado de la comisión europea que declara el gas y la energía nuclear como fuentes preferentes para completar el suministro mientras las renovables no lo garanticen al 100%. Esta decisión ha sido ha sido apoyada por 328 diputados frente a los 278 que votaron contra la propuesta de la Comisión. Yo he votado a favor porque esta es una medida imprescindible para mantener nuestros objetivos climáticos.  La decisión se adopta debido a las circunstancias excepcionales que se han creado en el mercado de la energía tras la invasión de Ucrania que obligan a adaptar el plan previsto sin esa circunstancia para abordar la transición energética. Esta decisión no solo no anula los objetivos del pacto verde y la ley europea del clima, sino que es la única manera realista de cumplirlos.

 La descrita decisión es la traducción a lenguaje ordinario el complejo título que identificaba la votación que ha abordado hoy el Parlamento Europeo en torno a este asunto: Modificación del acto delegado de taxonomía climática y del acto delegado sobre divulgación de información relacionada con la taxonomía. Hemos vivido en estas semanas una campaña sin precedentes con centenares de llamadas telefónicas, cadenas de mails y otras medidas de “interacción” que en algunos casos han sido faltonas y en otros directamente insultantes. La mejor respuesta que puede darse a quien recita un catecismo, y eso parecía la repetición de mensajes clonados desde el mismo número es recordarles que la transición no puede hacerse ni contra las personas no contra la industria y que en las excepcionales circunstancias que vivimos, la propuesta de la Comisión Europea es el único modo de abordarla de modo pragmático y realista.

Por eso y en aras a funcionar con la claridad y la transparencia que me auto exijo, antes de que nadie me pregunte he decidido utilizar mis redes sociales para dejar clara mi posición y las razones que me han animado a tomarla. Esta decisión solo cambia la táctica, pero no la estrategia. Los ambiciosos objetivos climáticos que marcan el pacto verde europeo y la ley europea del clima siguen vigentes. Pero no podemos trabajar para alcanzarlos como si no se hubiese producido la invasión de Ucrania y los efectos que ha tenido sobre los mercados de la energía y la estrategia diseñada para su des carbonización.

Para mantener dichos objetivos de reducción de las emisiones hay que mantener la estrategia principal. Es imprescindible acelerar en el impulso de las renovables, de todas las energías alternativas neutras en emisiones. Y en eso estamos. Pero mientras maduran las tecnologías, mientras se despliegan infraestructuras, a veces con la incomprensible oposición de quienes se suelen oponer a todo por sistema sin ofrecer alternativa alguna, la vida sigue. Y no se percibe, en esos mismos colectivos ninguna medida para promocionar comportamientos y cambios de hábitos que son otra de las patas de la estrategia a implementar: la reducción del consumo.

Mientras dicen que no nuestra responsabilidad es seguir implementando esas estrategias, proponer cambios de hábitos y facilitar medios para que sean posibles y garantizar que vamos a poder seguir funcionando del modo más sostenible que podamos. En esta situación extraordinaria hay que garantizar el suministro de energía a precios sostenibles.

Si no tomamos decisiones como esta, podemos ver, mejor dicho, estamos viendo ya, que en algunos lugares se vuelve a apostar por utilizar sistemas de generación mucho más contaminantes, como el carbón.  Si decimos que no a la energía nuclear estamos además de poniendo en riesgo la continuidad de infraestructuras, seguras, sin emisiones y que aportan buena parte de la energía que necesitan muchos países, cerrando la puerta a que se siga innovando. No podemos, por ejemplo, cerrar las puertas a procesos de investigación e innovación como los que se relacionan con en la energía nuclear de fusión. Hay que aprovechar las infraestructuras de generación que producen menos emisiones. Y la vía es la que marca esta propuesta.  Así, incluso en esta situación excepcional, la transición en la que estamos empeñados se hará con seguridad y del modo más sostenible.

Como conclusión de la batería de argumentos solo me queda por añadir una reflexión de orden práctico. La transición hacia un planeta neutro en emisiones no se puede hacer sin las personas y tampoco contra la industria. Está en juego nuestro bienestar, el mantenimiento de muchos empleos y la propia viabilidad de una transición imprescindible.  El papel lo aguanta todo. La realidad, no. Decir que no sin proponer alternativas no sirve para nada.

 

 

 

 

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