APRENDIENDO A IDENTIFICAR LA DESIGUALDAD

| 27 febrero 2019 | Responder

Un momento de la charla en la sede de las Juntas Generales de Bizkaia.

Ayer por la tarde poco antes de comenzar un viaje a Bolivia y Perú en el que entraré en contacto con el problema de los refugiados venezolanos que huyen a estos países, participé en una sesión dedicada a las mujeres y la política en la que tuve la oportunidad de “hablar de mi libro”, de explicar cómo he percibido la desigualdad en los años en que me he dedicado a esta actividad. También procuré dar una visión de cuál es el marco europeo en esta materia y, por supuesto, plantear algunas medidas que creo pueden ayudar a superar la desigualdad. 

He querido dejar cinco mensajes claros que he defendido estos años también en el Parlamento Europeo hablando de igualdad. Avanzar en ella requiere, para empezar una reflexión personal que nos ayude a desechar los prejuicios subconscientes que nos hacen ver como normales, cosas que no lo son. por eso a mí me costó tanto reconocer la desigualdad cuando la tenía delante.  Esa actitud debería impulsarse desde las instituciones con compromiso político, programas concretos y presupuestos. Es importante además considerar el gasto en esta materia como una inversión porque la igualdad permite sumar talento y eso, además de justo, es rentable. Finalmente reivindiqué la igualdad como “una causa de todos” y animé a los hombres a implicarse en el trabajo para conseguirla, porque “un mundo con hombres dispuestos a asumir este reto será mucho mejor”.

El marco en el que se ha producido esa intervención era una jornada organizada por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País sobre “Mujer y Política”. Esta sesión era parte de un ciclo que ha permitido a mujeres con distintas responsabilidades explicar cómo han vivido y sentido la desigualdad en el ámbito de la ciencia, el liderazgo el emprendimiento, la sociedad y la política, y qué medidas proponen para superarla. En esta sesión participaron conmigo la alcaldesa de Bermeo Idurre Bideguren, la presidenta del Partido Popular en Bizkaia, Raquel González, La diputada foral de igualdad y empleo de Bizkaia Teresa Laespada y Carmen Muñoz, Concejala de “Bilbao en Común”.

Por si queréis acceder a la intervención completa, podéis descargarla desde aquí. Quise comenzarla explicando cómo y porqué la igualdad se convirtió en un valor europeo desde la firma del tratado de Roma. Luego recorrí la evolución jurídica y política del concepto y recordé que ahora estamos enfocados en que todos los estados miembros se sumen al protocolo de Estambul. Modestamente me parece que un estado que no lo suscriba no debería ser miembro de la UE, porque estamos hablando de mínimos para proteger a las mujeres del efecto más dañino de la desigualdad: la violencia de género. Las víctimas mortales de esta lacra en Europa en los últimos diez años son tantas que, si hubiésemos guardado un minuto de silencio en el pleno del parlamento por cada una de ellas hubiésemos estado callados cuatro días.

La segunda parte la dediqué, como decía al principio, a “mi libro” donde reconocí que al comienzo de mi carrera política me costó mucho identificar la desigualdad y sus efectos porque tras aprobar una oposición como secretaria interventor municipal fue la directora más joven del gobierno vasco y pensé que a igual preparación las mujeres podían aspirar a las mismas oportunidades. Sin embargo, a lo largo de estos años e incluso cuando fui la primera presidenta mujer del Parlamento Vasco destaqué que había aprendido que a los hombres “se les supone y se les reconoce la autoridad, mientras que las mujeres deben demostrar la capacidad y ganarse la autoridad cada día”. Tras ilustrar esta afirmación con varias anécdotas lance las cinco propuestas a las que me he referido para hacer progresar la igualdad en la política y en la sociedad.

Como he dicho al principio empecé animando a comenzar el trabajo en favor de la igualdad “por cada uno de nosotros. Identificar y neutralizar en nosotras mismas los estereotipos es la base del éxito de cualquier política de igualdad”. En la era del crecimiento inteligente, basado en el conocimiento, propiciar que el talento de las mujeres sume no solo es justo, además es rentable. Por ello, aposté por considerar la igualdad una inversión, no un gasto y consideré imprescindible impulsarla con compromiso político, programas y presupuestos. También he abogado por reivindicar el liderazgo femenino. Renunciemos a imitar, como mujeres los liderazgos masculinos para que te reconozcan la autoridad. la gestión en femenino aporta valor

Finalmente insistí en que “la igualdad es una causa de todos”. Así he animado a los hombres a disfrutar de lo que se pierden por dejar en manos de las mujeres la responsabilidad de conciliar, cuidar de los hijos, de los mayores, o de compartir la mágica tarea de transformar una hipoteca en un hogar. Van a descubrir que disfrutar de esta parte de la vida les hará más felices. Les ayudará a entrenar su inteligencia emocional. Les conectará con sentimientos, con vivencias, con personas, con problemas, con responsabilidades, de las que llevan siglos huyendo. Estoy convencida terminé, de que un mundo con hombres dispuestos a asumir este reto será mucho mejor.

Quiero finalizar recalcando, como habréis visto si habéis pinchado en los enlaces que se incluyen en esta crónica, que todas estas cosas las he defendido en el parlamento. Son, en consecuencia, hechos, no propuestas y se han plasmado en los informes y trabajos sobre igualdad en los que he trabajado durante esta legislatura.

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