LO QUE ES, EXISTE. UNA VISION SOBRE LA CHARLA SOBRE EL REFERENDUM CATALAN EN BRUSELAS

Un aspect de la conferencia de Puigdemon, Junqueras y Romeva en el Parlamento Europeo

Un aspect de la conferencia de Puigdemon, Junqueras y Romeva en el Parlamento Europeo

Esta tarde he asistido en Bruselas a la conferencia sobre el proceso abierto en Cataluña para organizar un referéndum de independencia que han ofrecido el Presidente Puigdemont, el Vicepresidente Oriol Junqueras y el ministro catalán de acción exterior Raúl Romeva. Ambos han sido eurodiputados aquí y supongo que andarán a estas alturas del partido bastante agradecidos por la propaganda gratuita que ha recibido el acto gracias al siempre ímprobo trabajo que despliegan algunos por ganar algún titularcillo en la prensa. Porque no hay ni desconocimiento ni nerviosismo en las demasías con que se ha descalificado esta iniciativa. Porque efectivamente aún se consiguen titulares en algunos sitios sobre la base de aparecer aquí en Bruselas como el más intrépido paladín español entre todos los españoles, como guardián verdadero y real, aquí en las instituciones comunitarias, de los arcanos patrios.

De otro modo no se entienden algunas declaraciones, cartas de esas que se envían a la prensa antes que al destinatario y “actividades” pensadas como el típico hacer que hago y pensadas exclusivamente para la prensa. El objetivo, aparecer como protagonista decisivo que propicia, anuncia y destaca que aquí no interesa escuchar al presidente de una región que defiende la independencia. Lo que pasa es que cuando esa región tiene ocho millones de habitantes, supone en torno al 25% del PIB español y cuenta con una mayoría parlamentaria que está desarrollando un proceso de independencia, lo que en han explicado hoy los conferenciantes, pues el tema lógicamente interesa por mucho que se diga lo contrario. Por eso los tres visitantes no han sido tres proscritos por mucho que algunos pretendan aparentar que se dejan la piel para impedir que nada menos que un presidente autonómico y dos de los miembros de su gobierno expongan aquí lo que no deja de ser más que un proyecto político.

La verdad es que han dedicado tiempo a realizar un exhaustive recorrido a los pasos que les han traído hasta la situación en que hoy se encuentran. Imposible encontrar en ellos atisbo de violencia, de imposición. Y también a insister en una idea central: están dispuestos al diálogo sobre plazos, tiempos, preguntas y lo que haga falta, pero llegados a esta situación consideran la más lógica, la única salida possible la consulta a la ciudadanía.

Por cierto que las organizaciones políticas que respaldan a los conferenciantes pertenecen a internacionales europeas, tiene aquí eurodiputados, hablan cada mes en los plenos del Parlamento Europeo, intervienen en sus comisiones y defienden cada día la independencia de Cataluña. Ese discurrir ni genera escándalo ni el frenesí que ha rodeado esta conferencia a la que discuten, por supuesto sin éxito alguno,  hasta el derecho a identificar los grupos parlamentarios a los que pertenecen los eurodiputados que organizan y financian la iniciativa.

No se lo que se contará mañana. Se que estos días ha reinado la demasía.  se ha dicho, por ejemplo, que en los carteles que anuncian la conferencia se presente como “ministros” de Cataluña a quienes en el lenguaje político español son “consejeros”. Lo que me sigue llamando la atención es que cuele la acusación de que eso es atribuirse una condición que no tienen. Basta visitar cualquier página de un land aleman para comprobar que el término Consejero, diseñado en España para que quedase bien claro que no es lo mismo el miembro de un gobierno regional que el del gobierno de España, se traduce aquí inmediatamente por “ministro”. Porque en Europa los miembros de cualquier consejo de gobierno regional o nacional lo son sin que a nadie se le escape por ello la diferencia entre lo que es el ministro de un gobierno federal y el de un lander. De hecho aquí la mayoría de la gente sabe que Cataluña no es, por el momento, un estado miembro de la Unión por mucho que cualquier cartera ministerial del gobierno de algún estado miembro, el que preside ahora el Consejo por ejemplo, opere sobre menos ciudadanos y disponga de menos presupuesto y poder político que un consejero de Cataluña o de Baviera. Lo que no entendería es que al miembro de ese gobierno se le presentase en Inglés como a “counsellor” y menos aún como un “advisor” o “ councilor”.

The Catalan Referendum

 

Por supuesto defender la sola intención de censurar una conferencia como ésta, aquí causa asombro y perplejidad. Lógico puesto que Europa se ha construido a base de utilizar el dialogo y el derecho como arquitecto de puentes, juridificador de acuerdos y solución a problemas precisamente como el que se plantea en Cataluña. Y es que aquí, ejemplos hay a centenares. Por ejemplo, no se tocó una coma de los tratados, para que toda la antigua República Democrática Alemana, en ejercicio de su derecho a la autodeterminación, se integrase en la República Federal y diese lugar a un estado miembro, sustancialmente diferente del que ya estaba integrado en la Unión. Ello por no hablar de la mesa de dos más cuatro y el proceso previo, una secuela de la conferencia de Yalta y la consecuente partición de Alemania, que constituye todo un tratado de cómo en cualquier democracia mínimamente sana es el derecho el que se pone al servicio de la voluntad libre y democráticamente expresada por la ciudadanía y no el que sirve de parapeto a quienes al parecer no tiene otro argumento que el de la ley para defender sus posiciones.

Para mal de ese mismo principio podemos poner el ejemplo del vergonzoso acuerdo alcanzado con Turquía para “resolver” la crisis de los refugiados frente a soluciones realmente europeas y compartidas. Un acuerdo que ha permitido a muchos estados miembros incumplir flagrantemente la directiva de asilo en vigor y ofrecer el lamentable espectáculo que estamos dando frente a la necesidad y la tribulación que padecen los decenas de miles de personas que buscan en Europa un lugar en el que protegerse de la guerra, los asesinatos masivos, el terrorismo o, simplemente el hambre y la necesidad. Por poner un último ejemplo, animo a los partidarios del derecho-constrictor, los que pretende evadir a sentenciazos los debates políticos, a que repasen como la Entonces Comunidad Europea puso en marcha el programa PEACE en Irlanda que supuso una profunda alteración, también sin tocar un  tratado, del funcionamiento de los Fondos comunitarios y la distribución del presupuesto. Hubo hasta recursos de algunos países entre ellos uno nada menor como Italia, que sucumbieron en el tribunal de Luxemburgo.

Con estos antecedentes solo algunos eurodiputados españoles, bien que con reiteración y persistencia, han caído a la tentación de utilizar a Puigdemont para captar algún minuto de gloria en el telediario para mayor regocijo del presidente Catalán y sus acompañantes que hace días, gracias al interés intrínseco del tema y con la impagable cooperación de sus a la vez críticos pero activos propagandistas, han colgado el cartel de “no hay billetes” en la taquilla de su según sus críticos, pérfido akelarre soberanista.

Y así ha sido. La sala más que repleta. No ha funcionado lo que alguno ha defendido como acción ejemplar y hasta sugerido la autoría de la acción en la sombra, que el Presidente del Parlamento Europeo ha realizado una rápida maniobra de contraprogramación para improvisar una recepción al cuerpo diplomático acreditado en Bruselas e impedir así su asistencia al acto de Puigdemont. La mercancía no puede estar más averiada porque cualquiera sabe, como hoy se encargaba de recordar oportunamente el portavoz del Parlamento Europeo, que este acto llevaba ya convocado hace semanas porque este tipo de eventos no se pueden poner en marcha en tres días salvo crisis planetaria mediante. Y no parece que la conferencia sobre el referéndum catalán alcance esa magnitud.

De hecho si el tema no interesa, si es una completa majadería, si es un asunto interno español, no se entiende bien que una nadería semejante provoque que el presidente del Parlamento Europeo mate moscas a cañonazos. Es lo que parece ese movimiento si se presenta como reacción ante la modesta iniciativa de tres eurodiputados catalanes centrada en propiciar que se escuche en directo, aquí en Bruselas, el proyecto secesionista que defiende el gobierno de aquel país.

Claro que la inquietud es entendible, porque hay que ocultar a toda costa que el tema, en efecto, interesa, preocupa y se observa por aquí con interés. Y aquí no pueden dejar de abrir el paraguas si puede empezar empieza a llover sobre las cabezas de todos los europeos. Recordemos si no como el referéndum escocés, presentado por activa y pasiva como “un asunto interno” y no europeo dio lugar a una mesa de seguimiento de aquel domingo electoral y una serie de declaraciones de Presidencia de Consejo, Comisión y Parlamento alegrándose del “no”, felicitando al ya desaparecido Cameron, fagocitado por el referéndum del Brexit. Reconocían así que aquel, era, efectivamente un asunto europeo. Cariz que reconocen actualmente al más que probable movimiento escocés para abandonar el Reino Unido tras su definitiva salida de la Unión. Aquí, para recordar, esta intervención del nacionalista escocés Alyn Smith y los calurosísimos aplausos que hace ya varios años le tributo el presidente del Partido Popular Europeo por defender precisamente esa posición.

Pero es que la cosa va mucho más allá. El intento de sacar la cabeza, de mostrarse inflexible con las veleidades del secesionismo catalán ha llevado a algunos hasta a desenterrar la vieja práctica de la censura y anunciar que han intentado en esta ocasión y dar por seguro que consiguen en la siguiente, que se impidan este tipo de actos. La razón es que se pretende dar publicidad a “un intento ilegal y antidemocrático de conseguir la independencia de la región de un estado miembro”. En un Parlamento ese es, seguramente el más absurdo de los argumentos que pueden esgrimirse.

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Solo por eso jamás podrá impedirse una conferencia como esta. Y por supuesto que Puigdemont ha sido tratado esta tarde aquí como lo que es: el presidente de todos los catalanes mientras ostente su cargo, porque para ello ha sido elegido democráticamente por sus conciudadanos. El servicio de protocolo se ha atenido a esa condición por mucho que a algunos les irrite el proyecto que defiende. Así es la democracia. Y así se ha construido el proyecto europeo, aplicando respuestas políticas a problemas políticos.

Por eso creo que va siendo hora, y en esa línea estamos trabajando en el Intergrupo parlamentario correspondiente, de que haya una legislación europea vinculante para proteger los derechos de las minorías ante la miopía de tanto “patriota” y para garantizar que las tensiones territoriales se procesen siempre en la Unión según las reglas de la democracia: sin imponer, pero sin impedir los debates y acomodándolos a la jurisprudencia internacional. Recordemos que ésta, no prohibe en ningún lugar los procesos unilaterales de secesión siempre que se lleven a término por vías pacíficas y democráticas. Por eso estas cuestiones están de plena actualidad, discutir sobre ellas es útil y razonable especialmente cuando hay, al menos si tomamos en serio las presuntas convicciones federalistas de algunos, puntos de encuentro evidentes para empezar a construir lo nuevo de una vez y abandonar esquemas que los tiempos están condenando a la condición de superados.

El primero debería pasar por reconocer que los estados nación que se estandarizaron como churros a finales del siglo XIX y los que funcionaban a finales del XX tal y como están y funcionan no sirven para construir la Europa federal que necesitamos. Lo vemos cada día cuando en la mesa del Consejo Europeo, encallan todos los proyectos europeistas que avalamos con nuestros votos y trabajo en el Parlamento. El segundo es que es necesario revisar los viejos conceptos sobre soberanía e identidad, si queremos evolucionarlos para que se conviertan en herramientas al servicio de la convivencia y la construcción de la nueva realidad global que necesitamos para enfrentar los retos de esa dimensión. La tercera es que este trabajo es obligatorio y urgente porque no podemos seguir perdiendo tiempo. Finalmente hay que creerse de verdad y a fondo el lema europeo “unidos en la diversidad” y asumir que se trata de “toda” la diversidad. Porque la que para algunos es no oficial, debería proscribirse, ilegalizarse o prohibirse, existe y quiere sumar.

Conseguir esa suma de manera voluntaria y convencida garantiza la estabilidad y es la diferencia que separa los conceptos de Unión y de Unidad. Esto no es la Unidad Europea. Se llama Unión porque todos los miembros del club están aquí porque quieren. Si no se reproduce ese principio hacia abajo, las costuras revientan. Todas estas cosas no las decimos ahora para quedar bien. Están escritas en nuestro programa electoral y conducen nuestra práctica política cada día desde hace muchas décadas. De hecho desde que nos implicamos como partido en el proyecto europeo. hablar sobre esto, con estos objetivos no debería de ser imposible. Quizá por eso, o precisamente por eso, la sala de la conferencia de esta tarde, la más grande del Parlamento Europeo si exceptuamos el salón de plenos estaba llena a rebosar.

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